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miércoles, 28 de enero de 2015

CÓMO TRATAR LESIÓNES DEPORTIVAS





¿FRÍO O CALIENTE? Cómo tratar tus lesiónes



Seguramente alguna vez has dudado sobre si debías aplicar calor o frío a una lesión. Después de leer este artículo, lo tendrás mucho más claro.

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¿Me pongo frío o calor? 

El uso de crioterapia o termoterapia (aplicación de frío o calor con fines terapéuticos) depende mucho del tipo de lesión y el tiempo que ha transcurrido desde que se produjo. Si alguna vez te has planteado esa pregunta, lo cual podríamos asegurar, te interesará mucho este artículo.


¿Cuándo aplicar hielo?

Cuando hay una lesión por contusión o sobresolicitación de nuestro sistema musculo-esquelético, que produce muerte de células. Inicialmente aparece dolor, un edema o, incluso, un hematoma. Y, pasados unos 10 minutos, se produce una vasoconstricción que ayudará a la coagulación de la zona. Posteriormente, durante los siguientes tres o cuatro días, permanece un enrojecimiento, una temperatura local más alta, tumefacción, molestia o, incluso, pérdida de función. La posible inflamación de la zona dependerá del daño muscular, de la hemorragia sufrida y la cantidad de suero filtrado a través de los vasos sanguíneos sanos.

En este tipo de situaciones post-traumáticas agudas es recomendable aplicar frío. También es aconsejable su uso en afecciones pesarosas (después de una intervención quirúrgica, por ejemplo) y en procesos inflamatorios.

Podemos aplicar frío a muchos tejidos: músculos, tendones, ligamentos, huesos, tejido conjuntivo, vasos sanguíneos y nervios.



¿Qué pasa cuando aplicamos frío? 

Se producen efectos fisiológicos sobre el organismo que facilitan el proceso de recuperación tras una lesión: disminución del tisular local, del edema y la inflamación, del espasmo muscular, aminoración del dolor, vasoconstricción, entre otros.


¿Cuánto frío hay que aplicar?

Existen diversos criterios en cuanto a la duración

del tratamiento más adecuada. Estos son algunos:

> la. opción: De 10 a 20 minutos 2-4 veces al día.

> 2a. opción: De 20 a 45 minutos cada 2 horas. Total: 7 u 8 veces al día.

> 3a. opción: De 15 a 20 minutos de aplicación, repitiéndola cada 10 minutos durante dos horas, tres o cuatro veces al día en las primeras 48 horas.

Dependiendo de la gravedad y la zona de la lesión, y de la persona y su ritmo de vida, se aplicará frío con mayor o menor frecuencia, y duración. Lo cierto es que normalmente aplicamos a nuestras lesiones menos frío del deseable. En contusiones muy leves, seguramente con una simple aplicación post-traumática sería suficiente, pero en muchas otras el tratamiento debería llegar a las 72 horas.

¿Frío o hielo?

Ponerse hielo es la forma más clásica de crioterapia, pero lo realmente efectivo es suministrar frío, no importa en qué modalidad. De hecho, debemos protegernos de la
aplicación directa de hielo porque puede llegar a quemar la piel. La baja temperatura dependerá de la profundidad a la que queramos llegar.

Existen muchos medios para emplear la crioterapia: bolsas de hielo convencionales o químicas desechables, coid packs, toallas o paños húmedos refrigerados, baños fríos, sprays de vapor frío, geles fríos e incluso crio-masaje o crio-cinética.

Los baños de agua helada son efectivos para aplicar frío de una forma más global, especialmente cuando se han producido pequeños y numerosos microtraumatismos. Hace años eran muchos los atletas que los tomaban de forma sistemática, como un modo de aumentar su desempeño, pero esa no es su función. Cabe señalar que sólo pueden incrementar el rendimiento en la medida en que contribuyen a recuperarse mejor de los microtraumatismos.


¿Y cuándo me pongo calor?

Los medios termoterápicos se han utilizado desde tiempos remotos, pero aún no existe consenso en las metodologías de aplicación. Se usa frío, calor o la alternancia de ambos tanto en la práctica terapéutica tras un traumatismo como en el ámbito deportivo. Todos estos sistemas, aunque por mecanismos diferentes, pueden romper el ciclo muscular de dolor-espasmo-dolor y reducir la inflamación. La termoterapia suele ser más eficaz en el periodo post-agudo de esguinces, distensiones y contusiones, es decir, cuando ya han transcurrido al menos 72 horas desde que la lesión se presentó. Tiene leves propiedades curativas, produciendo una relajación general de la tensión y el espasmo muscular. Si se pretende ganar movilidad en articulaciones con amplitud limitada, la realización de movilizaciones o estiramientos debe ser de forma inmediata al calentamiento de los tejidos.

¿Qué pasa cuando aplicamos calor?

El calor aumenta la distensibilidad de los tejidos colágenos, reduce la rigidez articular, el dolor y la inflamación, alivia el espasmo muscular y acelera el flujo sanguíneo, por eso ayuda a tratar diversas patologías. Aplícalo de la siguiente manera:

Afecciones dolorosas en general.

En contracturas y molestias músculo-esqueléticas, puesto que el dolor está relacionado con la isquemia (disminución del riego sanguíneo) producida por la vasoconstricción del músculo contracturado, que puede disminuir con la aplicación de calor.

En afecciones que cursen con acortamiento de los tejidos cercanos a la articulación, cicatrices retráctiles o rigidez articular.

En procesos inflamatorios subagudos y también crónicos.

En reumatismos crónicos como la artrosis, siempre que no estén en una fase de brote agudo. Para evitar complicaciones.

La opción del contraste.

La terapia de contraste (o baños) consiste en la alternancia de frío y calor que se utiliza normalmente en el tratamiento de las extremidades. Está bien documentado que los contrastes ayudan en el proceso post-traumá-tico, aunque no hay suficientes estudios que confirmen que son un medio eficaz de mejora en la recuperación tras el esfuerzo. En los momentos agudos de la lesión, este tipo de terapia estimula el flujo linfático y sanguíneo eliminando los desechos metabólicos, repara el músculo ejercitado y ralentiza el proceso metabólico, reduciendo el edema post-ejer-cicio. Además, durante el entrenamiento hay una disminución del sistema parasimpático (que controla las acciones no voluntarias de nuestro organismo) que se puede aumentar por hidroterapia de contraste, masaje y flotación, reduciendo la carga de la actividad simpática. Según los atletas que realizan
hidroterapia de contraste después del ejercicio o la competencia, los músculos se sienten más ligeros y menos tensos.

La metodología y tiempos indicados son muy diversos, según los distintos autores. Para su aplicación se requiere el uso de dos recipientes, uno con agua caliente a temperatura de 38 a 44°C y otro con agua fría entre 10 y 20°C, en los que se sumergen las extremidades de forma alternativa. Una propuesta para el ámbito deportivo sería comenzar hundiendo la extremidad en un baño caliente por unos siete o 10 minutos y continuar con el baño frío donde se mantiene la inmersión durante un minuto, seguida por ciclos de cuatro de agua caliente y uno en agua fría hasta completar un total de aproximadamente media hora. Se finaliza con una inmersión en agua caliente. En el caso de una lesión, la relación agua caliente/fría debe ser 3:1 o 4:1. Baja ligeramente la temperatura del agua caliente (37-43°C) y sube la del agua fría (12-15°C). La duración del tratamiento oscila entre 20 y 30 minutos, y debe repetirse dos veces al día. Cabe destacar que siempre debemos terminar con agua fría para producir la vasoconstricción en el tejido dañado, especialmente en los procesos subagudos en que existe una inflamación o edema importante.

Aclarando conceptos.

Tanto en la literatura científica como en la práctica deportiva y terapéutica se utilizan el frío y el calor con fines curativos ante una lesión, para recuperarse tras el ejercicio o, incluso, para la preparación al mismo.

No obstante, existen controversias y no hay evidencias científicas claras sobre los tiempos y metodologías que deben usarse en cada caso, ya que son muchos los factores que intervienen en las respuestas fisiológicas cuando hablamos de aplicaciones superficiales. En lo que se refiere a otro mlpunto muy importante, como es la preparación para el ejercicio, cuando se aplican medios de calentamiento superficial no se producen modificaciones en el flujo sanguíneo a la musculatura o éstas son mínimas, lo que pone en duda la eficacia del uso de algunos productos como los geles o cremas de calor como sistema para preparar la musculatura. Se suele utilizar la crioterapia en periodos agudos y subagudos (inmediatamente después de que se haya producido la lesión), y los baños de contraste y la termoterapia en periodos subagudos y crónicos (cuando ha transcurrido un tiempo o se trata de una lesión o problema articular crónico).







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