MI PEOR CITA
Quien nunca haya querido salir corriendo de una cita que tire la primera piedra.
MUCHO RUIDO, POCAS NUECES
El chico guapísimo y sonriente que conocí una
noche y se quedó prendado de mí me invitó a ir al cine un domingo. Me vino a
buscaren un cochazo. Dedicó todos sus comentarios a venderse; que si sus
restaurantes en propiedad, que si él conseguía siempre lo que quena, que si era
un tipo muy seguro de sí mismo... Ya de camino a la sala, se tomó la libertad
de cogerme por la cintura. Me pareció un atrevimiento y además me molestó,
porque no me gusta que me agarren de la lorza y es algo me que hace sentir muy
incómoda. Durante la película no paró de hacerme comentarios, como si no la
estuviera entendiendo. Y una vez acabó y cogimos su coche, ahí ya lo flipé.
Decidió hacer trompos en el aparcamiento para acabar de impresionarme. Yo ahí
agarrada al pasamanos del coche con los ojos que se me salían de las órbitas,
preguntándome cuánto más iba a durar eso. Me impactó tanto la velada y el
colofón mareante y absurdo, que esa fue la vez que decidí que mejor pobres y
con cabeza que ricos y descerebrados.
Una de hitchcock
Él tenía novia. Estaban atravesando una crisis y ella no vivía con él. Pero sí que seguían saliendo juntos. El caso es que yo lo conocí una noche y, engatusándome con lo de «la última en mi casa», acabamos en su ídem. Allí nos amamos como salvajes y dejamos el salón hecho un cuadro, con ropas y copas tiradas por ahí. Y a eso de las diez de la mañana, los dos desnudos en su cama, irrumpe en la habitación la novia. Bueeeeenoooooo. Se puso a gritar como una loca y, acto seguido, cogió unas tijeras y se puso a rajar todos los cuadros de la casa y a cortar toda la ropa del chico. Cuadros únicos y ropa carísima. Los trajes, las corbatas, las camisas... todo hecho unos zorros. Tan heavy fue el asunto que al final sé que la novia ultrajada se quedó con el mote de «Candy Manos Tijeras». ¿Yo? Yo salí pitando de allí y ya me imagino el mote que me puso ella a mí. Ups...
VENGANZA DE UNA EX
Mi exnovio, con
el que lo había dejado hacía más o menos un año pero que seguía intentando
volver conmigo con pico y pala, me citó el 28 de diciembre en la madrileña
Plaza de España para, según él, contarme algo muy importante. Estuve ahí
esperándole y nada. De repente caí: Día de los Inocentes. No me lo podía creer.
Pues sí. No entiendo muy bien qué es lo que le resultó gracioso de la idea de
dejarme ahí plantada a modo de inocentada (quizás pensó que era una buena
manera de romper el hielo para volver a conquistarme). Incluso me llamó para
reírse como una
hiena. Me
pareció una broma tan de mal gusto y fuera de lugar que no se me ocurrió nada
mejor que contarle lo que sucedió justo después de esperarle durante 45
minutos. Que me acabé yendo a tomar café con un estudiante Erasmus italiano que
se acercó a hablar conmigo al verme sola tanto tiempo. En realidad me lo había
Inventado todo (me fui de vuelta a casa como una toser), pero por su cambio
repentino de voz, estoy convencida de que terminó arrepintiéndose de su
Inocentada de m***da.
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